martes, noviembre 07, 2006

La victoria que no fue...

...o del porqué perdió López Obrador


A finales de 2005, la directora de Consultores y Marketing Político, Gisela Rubach, fue entrevistada. Compartió sus pronósticos en torno a la elección presidencial. No tenía la certeza del triunfador. Pero sí de las condiciones en que se desarrollaría la contienda. Advirtió: seremos testigos de las campañas más negativas en la historia de este país.

En la década de los noventa, mientras el PRI acumulaba derrotas y la oposición ganaba terreno, se parafraseaba un refrán. A la sazón rezaba: desde que se inventaron los pretextos, se acabaron las derrotas electorales.

Rubach no se equivocó. Y la máxima popular, en la izquierda mexicana, se cristalizó.



A caballo entre ambos senderos, llega a la mesa de novedades La victoria que no fue (Grijalbo, 2006), reportaje a cuatro manos, que devela “las realidades, mitos y leyendas de la derrota de López Obrador”.

En poco más de 200 páginas, cohabitan la propaganda negativa de Calderón y su pléyade de asesores extranjeros, Fox y sus fobias, los empresarios y sus filias. Elba Esther Gordillo y los ex priístas. El IFE y sus tropiezos. El Tribunal Electoral y sus inconsistencias.

Así como, López Obrador y su soberbia. López Obrador y su exceso de confianza. López Obrador y sus incondicionales. López Obrador y sus errores. López Obrador y sus temores.

Óscar Camacho y Alejandro Almazán, los autores. Laureados periodistas –han recibido el Premio Nacional de Periodismo-, confeccionan un reportaje de largo aliento, que contribuye a deshilvanar la madeja que esta primavera y verano se tejió con hilos de rencor y mentiras, mitos y leyendas.

La victoria que no fue arroja pistas sólidas para, como dice el autor del prólogo, el también periodista Ciro Gómez Leyva, depurar hipótesis, “confrontar dudas y verdades acaloradas”.

De la decena de capítulos del texto de Camacho y Almazán, se desprende una doble sugerencia a) que no se repitan las desmesuras del Estado; y, b) que la izquierda mexicana se haga una autocrítica.

Autocrítica que impele a la izquierda mexicana a desprenderse de lastres dogmáticos; que de una vez por todas, entienda los cuatro aspectos fundamentales de la comunicación política en la sociedad actual, a saber:

1. La televisión es la principal fuente de información;
2. El aumento en la rivalidad entre medios y políticos por establecer la agenda pública;
3. La opinión pública, a través de las encuestas, es el vehículo para conocer las posturas y preocupaciones de los votantes y para generar respaldo público;
4. La necesidad de empaquetar sus ideas para consumo mediático, para lo que es menester contratar especialistas.

Vistos de forma desagregada, los tres primeros capítulos recorren el velo que cubre la cadena de errores, tácticos y estratégicos, causantes de la derrota lopezobradorista.

I. Vamos a ganar sin televisión;
II. La guerra sucia de Calderón;
III. La campaña soy yo.

En una elección presidencial con las características de la mexicana (personalizada y centrada en los medios de comunicación), el candidato que no usa la televisión está condenado a perder. Empero, el que más aparece en pantalla no tiene asegurado el triunfo.

Usar televisión electoralmente entraña fuertes dosis de dinero, sí, pero también de creatividad e inteligencia. En Andrés Manuel López Obrador y su equipo de campaña ambas estuvieron ausentes. Fueron quienes más spots percutieron. Y perdieron.

Las acciones de AMLO con los medios “no obedecían a una estrategia sino a un hartazgo”, destacan Óscar y Alejandro.

“Por eso, cuando en infinidad de ocasiones Andrés Manuel se ha dicho ser víctima de los medios, su discurso deja de lado todos los errores que tuvo en campaña: la ausencia de una estrategia real para medios electrónicos; su desdén hacia la prensa; su flojera para dar entrevistas”.

Ocupar propaganda negativa en unos comicios es políticamente incorrecto. Mas electoralmente eficaz. Obrador reaccionó tarde y mal. El meollo no estribaba en denunciar guerra sucia. Radicaba en convencer al electorado que el peligro para México no era él, sino Calderón.

Que ello hubiese representado catalizar y escalar el nivel de negatividad. Sin duda. Pero es parte de los costos de la democracia centrada en los medios.

El desarrollo de la comunicación política ha venido aparejado de la proliferación de especialistas: en sondeos, discurso, imagen, medios, etc. AMLO se equivocó. Creyó innecesario contratar expertos. La estrategia soy yo, consideró. Así le fue.

“Andrés fue el antimarketing”, señaló un lopezobradorista a los autores. “Se subestimó la tele. Fue una grave equivocación no entender que un spot vale más que tener tres plazas llenas”. Tenía el diagnóstico correcto. Lo ignoraron.

En La victoria que no fue. López Obrador: entre la guerra sucia y la soberbia, Camacho y Almazán se erigen docentes. Enseñan: “una buena táctica en una mala estrategia sólo alimenta la derrota”. Ésta, para infortunio de la izquierda, fue para su candidato.


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En adición, recomiendo tres de lecturas:

Ø Adelanto de La victoria que no fue, en la revista emeequis.
Ø Razones de la derrota de López Obrador, de Marcos Bucio.
Ø Los 10 errores más frecuentes en el Marketing Político, de Carlos Escalante.

El audio de una entrevista con Óscar Camacho.

El video de una entrevista con Camacho y Almazán.

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